Vierte aceite vegetal suficiente en una sartén honda o cazuela resistente hasta una profundidad de unos 3–4 cm.
Calienta el aceite a fuego medio-alto hasta que alcance unos 175 °C o hasta que un trozo de tortilla chisporrotee y flote al instante.
Introduce con cuidado una tortilla de maíz en el aceite caliente y fríe 10–15 segundos por cada lado, hasta que resulte blanda y flexible.
Con unas pinzas, dobla la tortilla por la mitad y mantenla en esa posición, friendo 30–60 segundos por cada lado hasta que quede dorada y crujiente.
Retira la tortilla y escúrrela sobre papel de cocina; mientras aún esté caliente, espolvoréala con sal por ambos lados.
Repite los pasos 3 a 5 con el resto de las tortillas.
Deja que las tortillas se enfríen unos instantes; luego rellénalas y sírvelas de inmediato, o guárdalas, ya frías, en un recipiente hermético a temperatura ambiente hasta 2 días.