En un cazo mediano, combina 240 ml de agua, 120 ml de vinagre de manzana y 60 ml de salsa de soja.
Añade 2 cucharadas colmadas de azúcar moreno y 1 cucharada de melaza; remueve hasta que se disuelvan.
Agrega 1/2 cucharadita de pasta de anchoa, 1 cucharadita de cebolla en polvo, 1 cucharadita de ajo en polvo, 1/2 cucharadita de jengibre molido, 1/2 cucharadita de mostaza en polvo, 1/4 cucharadita de pimienta negra molida y una pizca de copos de guindilla. Si lo deseas, incorpora también una pizca de clavo molido.
Lleva a fuego medio hasta que empiece a hervir suavemente, removiendo de vez en cuando.
Reduce el fuego al mínimo y deja cocer a fuego lento entre 10 y 15 minutos, hasta que los sabores se integren y la salsa reduzca ligeramente.
Retira del fuego y deja enfriar por completo.
Si prefieres una textura más fina, cuela la salsa con un colador fino.
Vierte la salsa en un bote o tarro hermético y conserva en el frigorífico hasta 2 o 3 semanas.