Pela la piel marrón de unos 100 g de raíz de rábano picante con un pelador de verduras y lávala bien.
Ralla finamente el rábano picante con el lado fino de un rallador de mano o tritúralo por pulsos en un procesador de alimentos hasta que esté esponjoso, sin convertirse en pasta.
Pasa el rábano picante rallado a un bol pequeño y añade 2 cucharadas de vinagre de vino blanco, 1/4 cucharadita de sal fina y una pizca de azúcar. Mezcla bien.
Incorpora suavemente 150 ml de nata para montar fría hasta que la salsa quede suave y cremosa.
Prueba la salsa y, si es necesario, ajusta el punto de sal o azúcar.
Deja reposar la salsa en la nevera unos 30 minutos para que los sabores se integren.
Guarda las sobras en un recipiente hermético en la nevera durante un máximo de una semana.