Calienta suavemente 250 ml de leche entera y 75 g de mantequilla sin sal en cubos en un cazo pequeño a fuego bajo hasta que la mantequilla se derrita y la mezcla esté tibia (aprox. 40 °C). Retira del fuego y deja enfriar si hace falta.
En un bol grande o en el bol de una amasadora, mezcla 500 g de harina de fuerza, 75 g de azúcar granulado, 7 g de levadura seca instantánea y ½ cucharadita de sal fina hasta que los ingredientes secos estén bien integrados.
Vierte la mezcla de leche tibia sobre los ingredientes secos, añade 1 huevo grande a temperatura ambiente y mezcla con el gancho amasador o con una cuchara de madera hasta obtener una masa rugosa.
Espolvorea ligeramente la superficie con harina, vuelca la masa y amásala a mano durante 8–10 minutos (o 6–8 minutos con la amasadora), hasta que esté suave y elástica. Comprueba que la masa rebote al presionarla con un dedo.
Engrasa ligeramente el bol, coloca la masa dentro y gírala para que se impregne con la grasa. Cubre con film transparente o un paño limpio y deja reposar en un lugar cálido entre 1 y 1,5 horas, hasta que doble su volumen.
Mientras tanto, prepara el relleno mezclando 100 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente, 100 g de azúcar moreno y 2 cucharadas de canela molida hasta obtener una pasta homogénea. Reserva.
Desgasifica la masa y estírala sobre una superficie enharinada formando un rectángulo de 40 × 30 cm. Extiende el relleno de canela de manera uniforme, dejando un borde libre de 1 cm en uno de los lados largos.
Enróllala empezando por el lado largo opuesto al borde libre hasta formar un cilindro apretado. Corta el cilindro en 12 porciones iguales de 3–4 cm con un cuchillo afilado o con hilo dental sin sabor.
Engrasa una fuente de 23 × 33 cm y coloca los rollitos con espacio entre ellos. Cubre ligeramente y deja levar otros 30–45 minutos, hasta que estén hinchados y casi hayan duplicado su volumen. Aprovecha para precalentar el horno a 180 °C (160 °C con ventilador).
Hornea los rollitos durante 20–25 minutos, hasta que se doren por encima. Si se tuestan demasiado rápido, cúbrelos con papel de aluminio. Retíralos y deja reposar en la fuente durante 5–10 minutos.
Mientras se hornean, bate 100 g de queso crema y 50 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente hasta obtener una crema suave. Agrega poco a poco 200 g de azúcar glas tamizada, 1 cucharadita de extracto de vainilla y 1–2 cucharadas de leche entera, hasta conseguir un glaseado de consistencia fluida.
Vierte o extiende el glaseado de queso crema sobre los rollitos aún calientes, de modo que se filtre en las espirales. Sírvelos inmediatamente o consérvalos en un recipiente hermético: a temperatura ambiente duran hasta 2 días y en la nevera, hasta 4 días.