En un bol grande, mezcla 250 g de harina de trigo con una pizca de sal.
Añade 125 g de mantequilla fría en cubos e intégrala con las yemas de los dedos hasta obtener una textura arenosa.
Incorpora 50 ml de agua muy fría poco a poco y mezcla solo hasta que la masa se una.
Forma una bola con la masa, envuélvela en film transparente y refrigera durante 30 minutos.
Mientras la masa reposa, calienta una sartén a fuego medio y cocina 200 g de bacon ahumado hasta que esté dorado y crujiente.
Retira el bacon, escúrrelo sobre papel absorbente y reserva.
En la misma sartén, sofríe 1 cebolla pequeña picada finamente durante 5–7 minutos hasta que esté transparente. Retira del fuego.
Precalienta el horno a 180 °C (calor arriba y abajo).
Retira la masa de la nevera, estírala sobre superficie enharinada hasta 3–4 mm de grosor y forra un molde de 24–26 cm de diámetro.
Pincha la base con un tenedor varias veces.
(Opcional) Para horneado ciego, cubre la masa con papel de horno y relleno para hornear; hornea 10–15 minutos, retira el peso y hornea 5 minutos más.
En un bol grande, bate 3 huevos grandes con 250 ml de nata líquida hasta integrar.
Añade 100 g de queso Emmental o Gruyère rallado, una pizca de nuez moscada, sal y pimienta negra recién molida al gusto.
Incorpora el bacon crujiente y la cebolla sofrita al bol.
Vierte la mezcla sobre la base de masa prehorneada.
Hornea durante 30–40 minutos, o hasta que el relleno esté cuajado y la superficie dorada.
Deja reposar la quiche fuera del horno 10–15 minutos antes de desmoldar y cortar.