Seca las piezas de pollo con papel de cocina y colócalas en un recipiente amplio o en una bolsa con cierre hermético. Vierte el suero de leche (buttermilk) por encima, tapa y refrigera al menos 2 horas o toda la noche. Si no encuentras suero de leche, mezcla 960 ml de leche entera con el zumo de 2 cucharadas de limón y deja reposar 10 minutos.
En un bol amplio y bajo, mezcla la harina de trigo, la sal, la pimienta negra, el pimentón dulce, el ajo en polvo, la cebolla en polvo y la cayena hasta obtener una mezcla homogénea.
Retira las piezas del suero de leche y deja que escurran el exceso. Reboza cada pieza con la mezcla de harina, presionando para que se adhiera bien. Colócalas sobre una rejilla apoyada en una bandeja y deja reposar 15–20 minutos.
Vierte aceite de girasol (o manteca vegetal) en una sartén amplia de fondo grueso hasta alcanzar unos 3 cm de profundidad. Calienta a fuego medio-alto hasta que el aceite llegue a 175 °C o, si no tienes termómetro, hasta que empiece a chisporrotear al añadir una pizca de harina.
Fríe el pollo en tandas, primero con la piel hacia abajo durante 6–8 minutos por cada lado hasta que esté muy dorado. Baja el fuego a medio-bajo, tapa la sartén y cocina 10–15 minutos más o hasta que el interior alcance los 74 °C.
Escurre el exceso de aceite colocando las piezas en una rejilla sobre papel absorbente y deja reposar unos minutos antes de servir.