Coloca una piedra para pizza o una bandeja de horno en la posición media y precalienta el horno a 250 °C durante al menos 30 minutos.
En una superficie ligeramente enharinada, estira la masa a temperatura ambiente hasta formar un círculo de 30–35 cm de diámetro.
Traslada la masa al papel de hornear o a la pala de pizza ligeramente enharinada.
Reparte el tomate triturado de forma uniforme, dejando un borde de 1 cm sin cubrir.
Espolvorea la mozzarella rallada para pizza sobre el tomate.
Desliza la pizza (con el papel o con la pala) sobre la piedra o bandeja caliente y hornea durante 10–15 minutos, hasta que la corteza esté dorada y el queso burbujee.
Saca la pizza del horno y coloca inmediatamente las lonchas de jamón de Parma y la rúcula fresca.
Rocía con un chorrito de aceite de oliva, espolvorea lascas de queso parmesano, salpimienta al gusto, corta en porciones y sirve inmediatamente.