En un bol grande, mezcla el agua tibia (aprox. 40-46 °C) con el azúcar granulado. Espolvorea la levadura seca de panadero por encima, remueve suavemente y deja reposar 5-10 minutos hasta que esté espumoso.
Agrega la harina de fuerza y la sal, y remueve hasta obtener una masa rugosa y ligeramente desmenuzada.
Vuelca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y amasa durante 5-8 minutos hasta que esté suave y elástica.
Engrasa ligeramente un bol con aceite, coloca la masa dentro y gírala para que se impregne. Cubre con papel film o un paño de cocina y deja reposar en un lugar cálido durante 1 hora o hasta que doble su volumen.
Precalienta el horno a 230 °C. Forra dos bandejas con papel de hornear. En una olla amplia, lleva a ebullición 2 l de agua, añade el bicarbonato de sodio y mantén un hervor suave.
Desgasifica la masa, divídela en 8 porciones. Con cada porción, forma un cilindro de unos 2,5 cm de grosor y córtalo en trozos de 10-12 cm de largo (unos 30-40 palitos).
Hierve de 4 a 5 palitos a la vez en el agua con bicarbonato durante 20-30 segundos por cada lado. Retíralos con una espumadera y colócalos sobre las bandejas.
Pincela los palitos con la mantequilla sin sal derretida, espolvorea la sal en escamas y hornea durante 12-15 minutos o hasta que estén dorados.
Deja reposar los palitos unos minutos sobre las bandejas, transfiérelos a una rejilla y sirve tibios.