En un cazo pequeño, combina 300 g de azúcar blanco, 200 ml de agua y 1 cucharada de zumo de limón recién exprimido.
Lleva a ebullición a fuego medio, removiendo hasta que el azúcar se disuelva.
Reduce el fuego y deja hervir a fuego lento durante 8–10 minutos, hasta que el almíbar esté ligeramente más espeso que el agua.
Retira del fuego, añade 1 cucharadita de agua de azahar y deja enfriar por completo.
Precalienta el horno a 180 ºC (160 ºC con aire) y engrasa ligeramente un molde redondo de 24–26 cm de diámetro.
Si la pasta kataifi está congelada, descongélala y sepárala con las manos o córtala suavemente para obtener los hilos.
Vierte 200 g de mantequilla sin sal derretida sobre la pasta en un bol grande y mezcla con las manos hasta que cada hebra quede bien impregnada.
Presiona la mitad de la pasta engrasada en el fondo y los laterales del molde.
Reparte 400 g de queso ricotta sobre la pasta, dejando un borde de 1 cm.
Cubre el queso con la pasta restante y presiona ligeramente para nivelar la superficie.
Hornea durante 30–40 minutos, hasta que la parte superior esté dorada y los bordes crujientes.
Inmediatamente, vierte el almíbar de azahar ya frío sobre la kunafa caliente y deja reposar 5–10 minutos para que lo absorba.
Decora con 50 g de pistachos sin cáscara picados y sirve templado.