Llena una olla grande con agua y añade una buena pizca de sal; llévala a ebullición.
Añade la pasta fusilli y cocínala según las indicaciones del paquete hasta que esté al dente (unos 10–12 minutos).
Antes de escurrirla, reserva 240 ml del agua de cocción; después escurre la pasta y resérvala.
Calienta el aceite de oliva en una sartén amplia a fuego medio.
Incorpora la cebolla pequeña picada y cocínala hasta que esté blanda y traslúcida, unos 5–7 minutos.
Agrega el ajo picado y los copos de guindilla; cocínalos durante 1 minuto hasta que desprendan aroma.
Vierte el tomate triturado y el caldo de verduras; mezcla bien.
Añade el orégano seco y sazona generosamente con sal y pimienta negra.
Lleva la salsa a un hervor suave, baja el fuego, tapa y cocina durante 15 minutos. Si la salsa queda muy espesa, añade el agua de cocción reservada, un chorrito cada vez.
Retira la sartén del fuego y añade la albahaca fresca picada.
Incorpora la pasta fusilli a la salsa y mézclala hasta que se impregne bien; si es necesario, añade más agua de cocción para ajustar la consistencia.
Reparte la pasta en los platos y termina con queso parmesano rallado.
Sírvela de inmediato, acompañada de una ensalada o pan crujiente si lo deseas.