Precalienta el horno a 180 °C (160 °C en modo ventilador).
Pela, descorazona y corta 450 g de manzanas reineta en trozos de unos 2 cm; ponlas en un bol grande junto con 200 g de moras frescas o congeladas, 50 g de azúcar y 1 cucharada de agua. Mezcla bien.
Si lo prefieres, cuece la fruta en un cazo a fuego medio durante 5-7 minutos hasta que empiecen a ablandarse las manzanas; después, pásala a una fuente de 20 cm apta para horno (o viértela directamente si has omitido este paso).
En un bol aparte, mezcla 200 g de harina de repostería con 50 g de azúcar y añade 100 g de mantequilla fría sin sal cortada en cubitos; trabaja la mezcla con las yemas de los dedos hasta obtener migas gruesas.
Añade 50 g de copos de avena y 25 g de azúcar demerara a las migas y, sin presionarlas, reparte la mezcla de forma uniforme sobre la fruta.
Hornea de 30 a 40 minutos hasta que la cobertura esté dorada y los jugos burbujeen en los bordes; si se dora demasiado deprisa, cúbrelo con un poco de papel de aluminio.
Deja reposar unos minutos y sirve el crumble templado, acompañado opcionalmente de natillas, helado de vainilla o nata montada.