Tostar los pistachos crudos sin cáscara en una sartén seca a fuego medio durante 5 minutos, removiendo constantemente hasta que estén ligeramente dorados y aromáticos.
Retirar los pistachos de la sartén y dejar enfriar completamente.
Colocar los pistachos fríos en un procesador de alimentos potente y triturar a máxima velocidad, raspando los lados de vez en cuando, hasta obtener una pasta cremosa (aprox. 5–10 minutos).
En un cazo a fuego medio-bajo, añadir la pasta de pistacho, el azúcar glas, la leche entera, la mantequilla sin sal y la pizca de sal.
Remover con varillas durante 5–7 minutos, hasta que la mezcla espese ligeramente y tenga una consistencia similar a una natilla ligera, sin permitir que hierva a borbotones.
Retirar el cazo del fuego e incorporar el extracto de vainilla (opcional), mezclando bien.
Verter la crema caliente en un tarro de cristal limpio y seco y dejar enfriar completamente a temperatura ambiente.
Tapar el tarro y conservar en la nevera durante 1–2 semanas. Si la crema está muy espesa al sacar, calentar unos segundos para recuperar su untuosidad.