Forra una bandeja de horno de 23 x 33 cm con papel vegetal o con una esterilla de silicona; si utilizas papel, engrásalo ligeramente.
En una cacerola mediana de fondo grueso, mezcla el azúcar, el agua, el jarabe de glucosa y el zumo de limón. Remueve a fuego medio hasta que el azúcar se disuelva y, a continuación, no remuevas más.
Añade las fresas frescas, sin hojas y picadas. Lleva a ebullición a fuego medio-alto y coloca el termómetro para caramelos, asegurándote de que la punta no toque el fondo de la cacerola.
Continúa cocinando sin remover hasta que la mezcla alcance los 118 °C, unos 15–20 minutos, vigilando el termómetro atentamente.
Retira del fuego y vierte inmediatamente la mezcla sobre la bandeja preparada, extendiéndola hasta obtener un grosor de entre 0,6 y 1,2 cm.
Deja reposar a temperatura ambiente durante 2–3 horas (o enfría en el frigorífico entre 30 y 60 minutos). Luego despega el papel y corta en cuadrados con un cuchillo engrasado o con unas tijeras de cocina.
Si lo prefieres, espolvorea ligeramente con azúcar glas para evitar que se peguen.