Enjuaga el arroz glutinoso bajo agua fría en un colador de malla fina hasta que el agua salga clara.
Coloca el arroz en un cuenco grande, cúbrelo con al menos 7 cm de agua fría y déjalo en remojo durante un mínimo de 4 horas o, preferiblemente, toda la noche.
Escurre el arroz remojado. Forra una vaporera de bambú (o una cesta de vapor) con un paño de algodón fino y distribuye el arroz de manera uniforme. Sitúa la vaporera sobre una olla con agua hirviendo a fuego medio-bajo (el agua no debe tocar el arroz) y cuece al vapor durante 25–30 minutos, o hasta que el arroz esté tierno y translúcido. Como alternativa, puedes poner el arroz escurrido en una arrocera con 360 ml de agua y usar el programa de arroz blanco.
Mientras el arroz se cuece, calienta en un cazo mediano 240 ml de leche de coco, el azúcar y la sal a fuego medio-bajo, removiendo constantemente hasta que el azúcar se disuelva por completo y la mezcla esté tibia; sin que llegue a hervir. Retira del fuego.
Transfiere inmediatamente el arroz cocido y caliente a un cuenco grande. Vierte sobre él aproximadamente tres cuartas partes de la salsa de coco tibia y remueve con suavidad hasta que el líquido se absorba casi por completo. Cubre el cuenco y deja reposar de 15 a 20 minutos. Reserva la salsa de coco restante para el emplatado.
Pela los mangos maduros y corta la pulpa separándola del hueso en láminas finas y alargadas o en cubos.
Para servir, reparte el arroz glutinoso caliente en platos, acompáñalo con las láminas de mango, riega con la salsa de coco reservada y espolvorea con las semillas de sésamo tostadas.